La grandeza de una campeona

Perder no es fácil, sobre todo, cuando transpiraste hasta la última gota y dejaste el alma en cada práctica. Todos los deportistas de elite se preparan para triunfar, pero sólo uno tiene el privilegio de lograrlo. Es cierto, hay que ser un "buen perdedor", pero, a la vez, hay que aprender a ganar y soportar con dignidad mantenerse en la cima de la excelencia. 

No sólo es líder quien llega primero, logra el mejor registro, convierte más goles, alcanza el mayor puntaje. El verdadero campeón es aquel que tiene la capacidad y el corazón para complementar el éxito con la modestia, sin ahogarse en delirios de grandeza.

Evgeniya Kanaeva es una campeona en todo sentido. Lo demostró durante la final all around del Mundial de Montpellier, mientras esperaba el resultado de su compatriota Daria Kondakova, la única mujer que podía desbancarla. 

La medallista olímpica había terminado su competencia con una pelota errática y, junto a su mamá, desde un oscuro altillo del Arena Montpellier, con las cámaras del mundo esperando captar una imagen de su reacción, el marcador indicó que había conquistado su tercera corona consecutiva. Tras la noticia, sólo suspiró. Seguramente estallaba de felicidad y deseaba gritarlo a los cuatro vientos. Pero no lo hizo... No lo hizo porque entiende cuáles son los códigos de la competencia. No lo hizo porque respeta a sus rivales. No lo hizo, porque no se hace.

En el acompañamiento afectivo de su madre, en ese cálido abrazo, en la contención, se refleja la constitución de una familia que, probablemente, le haya enseñado desde pequeña que los torneos se ganan dentro de una pedana, y que, afuera, todas las gimnastas son iguales. 

Por todo esto, Kanaeva es una verdadera número uno. Es que, más allá de su talento, sus condiciones, su dedicación, lleva consigo la esencia de la humildad. Y eso, es lo que la hace ser tan grande. 

Mirá el video. La situación de la que habla esta nota, a los 4m33s.

Foto: Oleg Naumov (Russian federation)