Ariel Milanesio es entrenador y un embajador que la gimnasia rítmica argentina tiene en Alemania.
Hace unos meses, en la ciudad griega de Patras, compartimos juntos mi despedida oficial de la competencia internacional.
Él escribió, como regalo para este blog - y para mí - las sensaciones que tuvo en ese momento.
¡¡Gracias, Ariel!!
Por el Lic. Ariel A. Milanesio, desde Klön.
Como responsable de un blog es difícil escribir sobre uno mismo y sus logros personales, es por eso que hoy soy yo quien quiere hablar sobre Anahí.
Tengo el placer de poder decir que soy amigo de Ana y de haber compartido con ella un momento importante y cargado de emociones en su carrera deportiva: su despedida de la competencia internacional.Desde hace dos años vivo en la ciudad de Köln (Colonia) en Alemania, pero no hizo que el contacto con Ana desapareciera. Cuando supe que en la ciudad de Patras se celebraría el 28° Campeonato del Mundo de GR, me propuse de inmediato estar allí presente para apoyar a Anahí.
Así fue que gracias gestiones administrativas con la dirigencia argentina pude viajar como Jefe de Delegación y poder vivir el mundial bien desde adentro. En lo personal, como entrenador, juez y fanático de este deporte fue una experiencia incomparable. Pero más increible fue poder compartir con Ana y Silvina (su entrenadora y fiel seguidora) un evento de semejante magnitud debido a la carga emocional que en muchos aspectos conllevó
Muchas fueron las veces que planeábamos encontrarnos en algún torneo internacional con.
La cita planeada eran los JJOO de Atenas 2004. Anahí había logrado en el mundial de Madrid 2001 entrar al Concurso II, algo que quedará para la historia de la Gimnasia Rìtmica Argentina y que sin intención de deseo, sino con un dejo de tristeza, pasará mucho tiempo para que otra gimnasta argentina logre semejante proeza.
Manejos políticos internacionales hicieron que la oportunamente bien merecida y ganada Wildcard para los JJOO de Atenas 2004 no le fuera otorgada. Allí estuve yo en el pabellón de Atenas y mientras la gimnasta sudafricana que nunca había logrado ganarle a Anahí ejecutaba sus rutinas, en mis oídos resonaban las músicas de las series de Ana.
Ella siguió peleando, compitiendo, esforzándose y continuó siendo un ejemplo de trabajo, esfuerzo y dedicación no sólo para las gimnastas argentinas sino para sus pares internacionales, quienes la aprecian y respetan.
Pasados los Juegos seguimos planeando coincidir alguna vez en alguna competencia en Europa, a pesar que los dos internamente, pensábamos quizás que ya ese sueño no se concretaría.
Ana llegó a Patras sin su amiga y compañera de equipo de siempre, Antonella Yacobelli.
Anahí, Antonella y Silvina, han recorrido innumerable cantidad de países, torneos, ciudades de cuatro cotinentes, viviendo un sinnúmero de experiencias y anécdotas que traspasan el plano deportivo.
Como dice Paulo Coelho, cuando algo realmente se quiere, las estrellas conspiran para que así sea. Y así fue que la ciudad de Patras, con sus aguas transparentes y sus calles coloridas, fue el escenario de nuestro encuentro.
Ana demostró en este torneo una vez más toda su grandeza deportiva y personal.
Una lesión inoportuna, quizás consecuencia de tantos años de entrenamientos en condiciones inadecuadas y falta de apoyo, hizo que pudiera participar solamente en el primer día de competencia.
El desafío era atravesar lo más dignamente posible el primer día de competencia con la cuerda, para poder mostrar el resto de sus series al nivel que ella nos tiene acostumbrados.
Su pequeño y trabajado pie no aguantó semejante carga y luego de haber intentado hasta el último momento, Anahi se acercó a Silvina y le confesó con la humildad y la tranquilidad de saber que no había de que arrepentirse que su lesión había agravado y que era insostenible realizar los ejercicios. Con asesoramiento previo de los médicos griegos se tomó la correcta y sabia decisión de no seguir participando del Campeonato Mundial. No existía razón alguna para dañar la imagen que Anahí se ganó merecidamente durante tantos años de trabajo y dedicación en el ámbito internacional.
Ana nos dio una vez más una lección de grandeza deportiva. Mi reacción espontánea fue un abrazo, al cual se continuaron palabras de felicitaciones y soporte ante semejante decisión.
En los días siguientes ambas estaban calmas, en paz con ellas mismas. Juntos disfrutamos del calor de las playas patrenses, de las ensaladas y el frapé griego y del calor de sentirnos rodeados de buena gente.
Ante mi sorpresa a la tranquilidad y paz con las que observé a Ana y Silvina, la respuesta no se hizo esperar. Ellas sabían que habían logrado durante todos estos años lo que para muchos era imposible. Así es, chicas, USTEDES LO LOGRARON.
Muchas gracias por haberme permitido dejarme ser parte en un momento tan especial para ambas. Lo vivido en Patras con ustedes más los amigos foreros y nuestras amigas chilenas quedará guardado entre mis mejores recuerdos.
Así fue que gracias gestiones administrativas con la dirigencia argentina pude viajar como Jefe de Delegación y poder vivir el mundial bien desde adentro. En lo personal, como entrenador, juez y fanático de este deporte fue una experiencia incomparable. Pero más increible fue poder compartir con Ana y Silvina (su entrenadora y fiel seguidora) un evento de semejante magnitud debido a la carga emocional que en muchos aspectos conllevó
Muchas fueron las veces que planeábamos encontrarnos en algún torneo internacional con.
La cita planeada eran los JJOO de Atenas 2004. Anahí había logrado en el mundial de Madrid 2001 entrar al Concurso II, algo que quedará para la historia de la Gimnasia Rìtmica Argentina y que sin intención de deseo, sino con un dejo de tristeza, pasará mucho tiempo para que otra gimnasta argentina logre semejante proeza.
Manejos políticos internacionales hicieron que la oportunamente bien merecida y ganada Wildcard para los JJOO de Atenas 2004 no le fuera otorgada. Allí estuve yo en el pabellón de Atenas y mientras la gimnasta sudafricana que nunca había logrado ganarle a Anahí ejecutaba sus rutinas, en mis oídos resonaban las músicas de las series de Ana.
Ella siguió peleando, compitiendo, esforzándose y continuó siendo un ejemplo de trabajo, esfuerzo y dedicación no sólo para las gimnastas argentinas sino para sus pares internacionales, quienes la aprecian y respetan.
Pasados los Juegos seguimos planeando coincidir alguna vez en alguna competencia en Europa, a pesar que los dos internamente, pensábamos quizás que ya ese sueño no se concretaría.
Ana llegó a Patras sin su amiga y compañera de equipo de siempre, Antonella Yacobelli.
Anahí, Antonella y Silvina, han recorrido innumerable cantidad de países, torneos, ciudades de cuatro cotinentes, viviendo un sinnúmero de experiencias y anécdotas que traspasan el plano deportivo.
Como dice Paulo Coelho, cuando algo realmente se quiere, las estrellas conspiran para que así sea. Y así fue que la ciudad de Patras, con sus aguas transparentes y sus calles coloridas, fue el escenario de nuestro encuentro.
Ana demostró en este torneo una vez más toda su grandeza deportiva y personal.
Una lesión inoportuna, quizás consecuencia de tantos años de entrenamientos en condiciones inadecuadas y falta de apoyo, hizo que pudiera participar solamente en el primer día de competencia.
El desafío era atravesar lo más dignamente posible el primer día de competencia con la cuerda, para poder mostrar el resto de sus series al nivel que ella nos tiene acostumbrados.
Su pequeño y trabajado pie no aguantó semejante carga y luego de haber intentado hasta el último momento, Anahi se acercó a Silvina y le confesó con la humildad y la tranquilidad de saber que no había de que arrepentirse que su lesión había agravado y que era insostenible realizar los ejercicios. Con asesoramiento previo de los médicos griegos se tomó la correcta y sabia decisión de no seguir participando del Campeonato Mundial. No existía razón alguna para dañar la imagen que Anahí se ganó merecidamente durante tantos años de trabajo y dedicación en el ámbito internacional.
Ana nos dio una vez más una lección de grandeza deportiva. Mi reacción espontánea fue un abrazo, al cual se continuaron palabras de felicitaciones y soporte ante semejante decisión.
En los días siguientes ambas estaban calmas, en paz con ellas mismas. Juntos disfrutamos del calor de las playas patrenses, de las ensaladas y el frapé griego y del calor de sentirnos rodeados de buena gente.
Ante mi sorpresa a la tranquilidad y paz con las que observé a Ana y Silvina, la respuesta no se hizo esperar. Ellas sabían que habían logrado durante todos estos años lo que para muchos era imposible. Así es, chicas, USTEDES LO LOGRARON.
Muchas gracias por haberme permitido dejarme ser parte en un momento tan especial para ambas. Lo vivido en Patras con ustedes más los amigos foreros y nuestras amigas chilenas quedará guardado entre mis mejores recuerdos.