CHOQUE DE CULTURAS (lo que escribí para Deporte Total)

Participar de una semana de una clínica de preparación deportiva en un Centro de Alto Rendimiento de los Estados Unidos, implica soportar un choque de culturas. Siete días de entrenamiento en el primer mundo, bastan para darse cuenta de la realidad deportiva en la que el amateur argentino está inmerso.
A 230 Km. de Albany, capital del Estado newyorkino, nos topamos con el CENARD del norte más lujoso de todo el continente.
Lake Placid es un emporio del deporte, el corazón de una ciudad que representa en su conjunto el espíritu Olímpico.
Infraestructuras de vanguardia acondicionadas a cada una de las necesidades del atleta, que le permite en su calendario deportivo alcanzar objetivos previamente analizados, dentro de una planificación lógica y coherente.
Que diferente resulta el escenario Nacional. Al pisar el Centro de Alto Rendimiento Deportivo de Buenos Aires, es predecible la falta de ideales deportivos que existe en Argentina.
El atleta argentino esta sumergido en técnicas de preparación "primitivas", y me refiero a “primitivas” con respecto a los métodos de entrenamiento que se utilizan en el ámbito internacional.
Nadadores que preparan pruebas de 50 metros en piletas de 25, plataformas para saltos ornamentales que no se usan, canchas de hockey sin luces, salones que se llueven, recintos agobiantes en verano, helados en invierno. Personal médico sin las condiciones materiales necesarias para asistir a la salud del deportista, ni hablar de prevención…
Diarios y revistas tapan la luminosidad que entra en las habitaciones. Camas rotas, ventanas destrozadas, baños que se inundan, calderas que no calientan.
Lamentablemente en los planes de los gobiernos no existe una política deportiva que patrocine un modelo de Estado fuerte y soberano.
Quizás sea una trampa comparar las condiciones de entrenamiento del capitalismo con las del subdesarrollo, más aun cuando los unos se nutren de los otros. Sin embargo, si tomamos de ejemplo los procesos de trabajo de rivales como México, Brasil y Venezuela vemos que hoy nos aventajan solo por aplicar modelos del primer mundo. Si Argentina no resignifica sus medidas de apoyo al complejo sistema del amateurismo, seguirá su abrupta caída en el medallero internacional. Nos resignaremos a repetir una y otra vez, las odiseas de las Bardach, las Paretos y los Curuchet para evitar mirarnos en una cultura que bien nos representa, la del exitismo y el oprobio.

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